sábado, 21 de noviembre de 2015

Ojo por ojo

Álvaro Cueva 
Ojo por ojo

El odio a los maestros 
2015-05-17 


Yo sé que está de moda hablar mal de los maestros, que se ve bien, que hay que quejarse de ellos. Perdón, pero yo no puedo hacerlo. Son maestros. Pobres o ricos, buenos o malos, pero son maestros. ¡Maestros! ¿Por qué diablos en este país condenamos a los maestros y elogiamos a los narcotraficantes? ¿Qué es lo que tenemos en el cerebro como para estar pensando así? ¡Qué! ¿No se supone que México es un país de valores, donde todos somos muy buenos y nos apoyamos en cuestiones tan hermosas como la familia? Pues con la pena, pero cazar maestros no es de un país con valores, no es de gente buena y no tiene nada ni de hermoso ni de familiar. 

Si nuestros maestros se están quejando, deberíamos escucharlos, atenderlos. ¿Y qué hacemos? Los atacamos, nos quejamos de que van a ciudades como el Distrito Federal a bloquear las calles y los acusamos de ser los responsables de las peores desgracias. ¡No se vale! ¿Por qué atacamos a los maestros en lugar de atacar a los secuestradores? Ellos solo quieren ganar mejor, trabajar mejor, tener una certeza. ¿Eso está mal? Sí, yo también he llegado tarde a mis citas por culpa de los bloqueos de los maestros. ¿Pero sabe qué? Estoy de su lado. Los admiro. Ya quisiera yo tener un sindicato que pelee por mis derechos como las diferentes instancias que pelean por los derechos de los maestros en México. ¿A usted quién lo representa? ¿Quién lo defiende? ¿Quién va y lucha para que le suban el sueldo, para que no le quiten su trabajo y para que al final de su carrera se retire con una pensión digna? ¿Quién? ¿Sí se da cuenta? Aquí hay una especie de truco para que nos pongamos contra algo que todos deberíamos estar exigiendo. Que si los sindicatos son corruptos. 

Sí, seguramente lo son, pero también lo son los partidos, las empresas, las universidades, las religiones y muchos gobiernos. La diferencia está en que en los sindicatos, al menos, alguien hace algo por los demás. Poco o mucho, pero algo. ¿Está mal que un sindicato de maestros vele por los intereses de sus agremiados? ¿Eso es lo que queremos que desaparezca? ¿Para qué? ¿Para que nuestros maestros anden por la vida sin contrato, sin prestaciones y cobrando por honorarios probablemente como usted o como yo? ¿Y eso es lo que le va a garantizar a México un mejor nivel escolar? ¿Eso es lo que nos va a convertir en una potencia como Corea? O estamos confundidos o nos estamos dejando confundir. ¿Cuántos años tenemos discutiendo el pésimo estado de la educación en México? ¿Y qué es lo que hemos logrado desde entonces? ¿A poco desde el primer periodicazo subieron los niveles de matemáticas en nuestros niños? Querer perjudicar las condiciones laborales de los maestros ya se convirtió en un pretexto para muchas cosas como el no querer asumir nuestra responsabilidad, como sociedad, en el proceso educativo. 

Es muy fácil echarle la culpa a los maestros de que nuestros hijos van mal en sus materias cuando ni siquiera nos tomamos la molestia de sentarnos a revisarles la tarea. Es muy fácil jugar con la educación a “no es mi culpa” como juegan los políticos cuando se les presenta cualquier bronca. Pero sí es nuestra culpa y en algún momento la debemos asumir precisamente para no ser como nuestros políticos. Yo, en lugar de condenar a los maestros, los escucho, y en estos días, en vez de atacarlos, los felicito, como cuando era niño, con amor. ¡Feliz Día del Maestro, señores! ¡Abrazo fuerte! ¡Atrévase a opinar!

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